Las mujeres olvidadas


Mucho es lo que se ha denunciado, y con razón, sobre la desigualdad que viven las mujeres en el mundo, en el ámbito laboral, educativo, económico y político, entre otros. Sin embargo, existe uno en particular en el que la desigualdad es incluso cuestión de supervivencia y es la que sufren las mujeres prisioneras en las cárceles del mundo.
De acuerdo con un informe del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEAMEG) de la Cámara de Diputados, las mujeres privadas de su libertad representan uno de los grupos sociales más marginados debido a su condición de género, ya que el sistema penitenciario ha sido creado por hombres y responde a sus necesidades e intereses, sin tomar en cuenta las de las mujeres.
El CEAMEG acusó que las mujeres en prisión se enfrentan a legislaciones inequitativas centradas en el punto de vista eminentemente masculino, a pesar de existir una normatividad internacional de protección, que en la realidad no se aplica.
La mayoría de las reclusas purgan condenas por delitos contra la salud, ya que comúnmente son utilizadas para transportar drogas, con la diferencia de que a pesar de hacerlo en cantidades relativamente pequeñas sufren penas más severas que los varones, debido a que muchas  no tuvieron una defensa adecuada y oportuna, en condiciones de igualdad y sin discriminación.
Aunado a esto, un estudio del Colegio de México y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las cárceles para mujeres son insuficientes, además de presentar problemas de sobrepoblación y servicios. Las denuncias por golpes, amenazas, chantajes y acoso sexual por parte del personal de los centros penitenciarios son constantes.
Por si la violación a sus derechos humanos no fuera suficiente para las mujeres que purgan alguna condena, existe un fenómeno más que ha ido incrementándose: las niñas y los niños que viven con sus madres presas y que lo hacen en condiciones de vulnerabilidad, hacinamiento y sin una perspectiva en su futuro.
A pesar de que en un decreto firmado por el presidente Calderón se establecen las Normas Mínimas de Readaptación Social de Sentenciados, en las que se especifica que las hijas e hijos de internas que permanezcan con ellas dispondrán de los espacios correspondientes para asegurar su desarrollo integral, incluidos servicios de alimentación, salud y educación hasta los seis años, nada de esto se ha cumplido debido a la falta de recursos, pero principalmente a la falta de voluntad política que niega a estas mujeres el derecho a la justicia y reintegración a la sociedad.
Para corregir esta situación, el CEAMEG ha planteado establecer diversas medidas como incluir como derecho constitucional el respeto a la dignidad de las mujeres privadas de su libertad en un entorno de no discriminación, igualdad y acceso real a la justicia, además de introducir en los Códigos Penales mecanismos que permitan la igualdad en sus procesos y establecer en la legislación un apartado dedicado a las mujeres privadas de su libertad, donde se indique que deben estar en un espacio adecuado con instalaciones funcionales y mejores servicios de salud.
Solamente así estas mujeres podrán vislumbrar la posibilidad de reintegrarse a una sociedad que, independientemente del delito cometido, las juzga y condena sin ninguna posibilidad de perdón.
Fuente: SUMA DF