El trabajo remunerado de las mujeres contribuye a la reducción de la pobreza en la región

En la agenda de trabajo de la pasado Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo, que se llevó a cabo del 19 al 21 de marzo, en Cancún, Quintana Roo, por primera vez se incluyó un seminario en materia de género titulado, “¿Cómo hacer que la igualdad y diversidad de género funcionen y sean provechosas?, cómo capitalizar el trabajo de las mujeres” encabezada por Luis Alberto Morales, presidente del BID.

El dirigente del BID reconoció que México es de los países pioneros en América Latina en el diseño de instrumentos de políticas orientadas a potenciar el control de las mujeres sobre los gastos, es decir, programas sociales de transferencias condicionadas que toman en cuenta el aporte de las mujeres en el desarrollo.

De acuerdo a datos dados a conocer por el organismo internacional, el trabajo remunerado de las mujeres tiene un efecto considerable en la reducción de la pobreza.

Sin el ingreso de las cónyuges, en los hogares de América Latina que cuentan con ambos padres, la pobreza sería del 40 por ciento en lugar del 26 por ciento.

El empleo femenino ha aumentado de manera constante a pesar de las fuertes fluctuaciones de la actividad económica, debido a que tienen un mejor acceso a la educación, tasas de fertilidad más bajas y una disponibilidad creciente de agua potable y electrodomésticos que les libera tiempo y pueden destinar más horas a un trabajo remunerado, además de propiciar un cambio en el papel del hogar.

A medida que aumentan los recursos económicos, las mujeres invierten más en sus hijos que los hombres, en alimentación, educación, cuidado y salud, lo que optimiza considerablemente el bienestar familiar y social.

Sin embargo, la totalidad de las aspiraciones femeninas relativas al empleo no ha logrado satisfacerse del todo, en la región las mujeres ganan menos que sus homólogos varones. En promedio, los hombres ganan un diez por ciento más que ellas y esta brecha no tiene en cuenta que las mujeres tienen más estudios que los hombres en América Latina y el Caribe.

El trabajo de las mujeres se concentra en forma desproporcionada en empleos informales de baja productividad, es por eso que la mayoría de las mujeres en este sector son dueñas de empresas pequeñas, ya que tienen menos probabilidades que los hombres de ser propietarias de empresas que empleen a otros trabajadores y más probabilidades de ser trabajadoras por cuenta propia.

Es importante destacar que sigue existiendo una elevada concentración de mujeres en ocupaciones tradicionalmente femeninas, como el servicio doméstico, la enseñanza y el trabajo de oficina se mantiene como un obstáculo generalizado para la igualdad en el mercado laboral de la región.

En América Latina y el Caribe, las mujeres cargan con la responsabilidad sobre el cuidado no remunerado de niños, ancianos y enfermos. Si bien esa división de trabajo genera un valor considerable en términos de bienes, servicios y bienestar para los hogares, impone costos sustanciales para las mujeres, que se manifiestan como oportunidades perdidas e ingresos sacrificados.

Si bien es cierto que las oportunidades, aunque pocas, han sido significativas en el ámbito laboral para las mujeres, es necesario dar mejor protección a las mujeres contra el desempleo y optimizar y hacer cumplir la ley laboral.

Fuente: INMUJERES