Embarazo a temprana edad limita oportunidades

Las y los adolescentes mexicanos inician su vida sexual entre los 15 y 16 años, lo que constituye un fenómeno que tiene un impacto social importante: por lo general se acompaña de una pérdida de las oportunidades de mujeres y hombres adolescentes, así como de sus expectativas de vida.

En los últimos años, instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil y organismos institucionales se han preocupado por difundir una cultura de respeto a los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Se han creado y reformado diversos instrumentos jurídicos relacionados con este tema, en concordancia con la Convención sobre los Derechos del(a) Niño(a) y en respuesta a los acuerdos internacionales que se establecieron principalmente en las cumbres internacionales de Beijing y El Cairo.

En el caso particular de las mujeres en edad reproductiva, muchas aún no perciben el riesgo que conlleva tener relaciones sexuales no protegidas: la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009 arroja que ocho de cada diez mujeres en esta etapa de la vida tuvieron su primera relación sexual sin protección.

Esta situación conlleva no sólo a embarazos no planeados, sino al riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH/SIDA. Cada año, aproximadamente más de diez mil personas adquieren este virus, de las cuales más del 50 por ciento son jóvenes de entre 15 a 24 años de edad.

Desde el Instituto Nacional de las Mujeres se estableció en el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2008-2012, una línea de acción estratégica tendiente a reforzar las actividades de prevención y atención al embarazo en adolescentes.

A partir de lo anterior, se ha involucrado a las instituciones educativas, como el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP), con quien se colabora en campañas de prevención de la violencia en el noviazgo o con la Universidad de Chapingo, con la que se participa en la campaña que año con año se lleva a cabo con la finalidad de fortalecer la prevención y la toma de decisiones de la salud y la sexualidad en la población juvenil.

Con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva se fomenta la participación de las y los jóvenes en actividades de educación, información sobre salud sexual y reproductiva en comunidades rurales y urbanas.

Con el Centro Latinoamericano Salud y Mujer se contribuye con el proyecto de farmacia joven en la que se sensibilizó a empleadas y empleados de farmacias, buscando mejorar la atención de las y los adolescentes.

Además, a través del Fondo Proequidad que impulsa el Instituto Nacional de las Mujeres, se apoya a organizaciones de la sociedad civil para que desarrollen proyectos dirigidos a jóvenes, niñas y niños sobre sexualidad, equidad de género, prevención de la violencia en el noviazgo, entre otros.

Fuente: INMUJERES