El cáncer es una de las principales causas de
mortalidad a nivel mundial. Factores como la falta de acceso a la prevención,
detección y terapias inciden en el aumento de defunciones a nivel global, por
lo que este padecimiento podría aumentar en un 50% para 2020, con 15 millones
de nuevos casos y llegar a ocupar el primer sitio[1].
Los cambios demográficos y de transición
epidemiológica que atraviesa México, generados por el envejecimiento de la población, control de las
enfermedades transmisibles, estilos de vida poco saludables, sedentarismo,
sobrepeso, obesidad, consumo de tabaco y urbanización, contribuyen al aumento
de este padecimiento.
Para combatir el rápido incremento en la incidencia del cáncer, cada año en el Día Mundial Contra el Cáncer, la Organización Panamericana
de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), en conjunto con
diversos actores, promueven formas para disminuir este problema de salud
pública. El Instituto Nacional de las Mujeres se suma a la campaña de estos organismos
internaciones, que se centra en disipar los mitos e ideas erróneas sobre el
cáncer[2].
Además los problemas ocasionados en el cuerpo por
la multiplicación de células anormales que se extienden más allá de sus límites
y pueden invadir partes adyacentes o propagarse a otros órganos, esta
enfermedad repercute en la economía de las personas y sus familias, en su
bienestar físico, sus relaciones personales y derechos humanos, e impacta de
manera diferente a mujeres y hombres.
Para los países más pobres el cáncer representa un mayor
problema de salud pública, por lo que la incidencia de este mal en las personas
desfavorecidas y que viven situaciones vulnerables tiene un fuerte impacto. Las
diferencias en materia de ingresos, ocupación, género, etnicidad y nivel
educativo tienen una alta relación con los factores de riesgo del cáncer.
Actualmente se
pueden curar muchos tipos de este padecimiento, que antes era considerado
mortal. Los tratamientos dependen del tipo de tumor, su malignidad y el grado
de avance al momento de la detección. Es por ello que se requiere utilizar los
conocimientos y las tecnologías existentes para la prevención del cáncer, profesionalizar
al personal médico y realizar campañas permanentes de difusión, con información
básica en todos los niveles educativos.
La falta de
información y concientización sobre el cáncer es un obstáculo para el control y
la atención de esta enfermedad. Si se aplican estrategias correctas, un tercio
de los tipos de cáncer más comunes son prevenibles. Es necesario contar con intervenciones
eficaces, con buena relación costo-beneficio fundadas en la equidad. Todas las
personas tienen derecho al acceso a servicios de calidad, eficaz; que no debe
estar determinado por su condición social, lugar donde viven edad, sexo,
religión u orientación sexual.
Para reducir el
riesgo de cáncer y elevar la calidad de los servicios de las instituciones de
salud, desde el Inmujeres se considera prioritario:
·
Mejorar
la calidad de vida de la población, lo cual permitiría reducir la incidencia del
cáncer.
·
Implementar programas de detección oportuna para reducir el impacto del
cáncer.
·
Brindar servicios de diagnóstico, atención y tratamiento con calidad,
calidez y respeto de los derechos humanos.
·
Profesionalizar al personal de salud, para brindar tratamientos óptimos
y efectivos.
·
Sensibilizar a mujeres y hombres para que acudan a las unidades de salud
a realizarse revisiones periódicas que contribuyan a la detección oportuna de
diagnósticos cancerígenos.
·
Hacer ejercicio, llevar una dieta balanceada, mantener un peso adecuado,
eliminar prácticas de riesgo como fumar, beber y exponerse al sol.