Muchas mujeres en edad reproductiva aún no perciben el riesgo que conlleva tener relaciones sexuales no protegidas, ya que de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, nueve de cada diez mujeres en esta etapa de la vida tuvieron su primera relación sexual sin protección, afirmó Celita Alamilla Padrón, directora general de Transversalización de la Perspectiva de Género del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES).
En el marco del Día Nacional para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, la funcionaria federal agregó que esta situación conlleva no sólo a embarazos no planeados, sino al riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH/SIDA.
Cada año, detalló, aproximadamente más de diez mil personas adquieren este virus, de las cuales más del 50 por ciento son jóvenes de entre 15 y 24 años de edad.
Alamilla Padrón enfatizó que las niñas o mujeres adolescentes que tienen un embarazo no planeado se ven forzadas a abandonar la escuela debido al estigma social y escolar, aunado en muchas de las ocasiones al escaso apoyo de sus familias, además de integrarse al mercado laboral a fin de cubrir los gastos que representa el embarazo y, por supuesto, el nacimiento de sus bebés.
Destacó que las implicaciones que conlleva el embarazo para las mujeres adolescentes las coloca en situación de vulnerabilidad, lo cual conduce a plantear la necesidad de analizar, desde la perspectiva de género, cómo esta situación las discrimina, subyuga e incluso violenta.
Por ello, manifestó, las políticas públicas, planes y programas que desarrollen las instituciones públicas o privadas deben incorporar el enfoque de género, herramienta que asegura que las niñas y mujeres adolescentes, mejoren su condición y cuenten con más y mejores oportunidades para alcanzar el desarrollo.
La funcionaria del INMUJERES reconoció que es necesario instrumentar una mayor coordinación entre gobierno, poder legislativo y las organizaciones de la sociedad civil para obtener un impacto eficaz y eficiente con respecto a la salud sexual y reproductiva de las y los jóvenes.
“Necesitamos apostarle a la cultura de la prevención, en la que no solamente gobierno y sociedad civil estemos presentes; debemos tener la habilidad y sensibilidad necesarias para lograr la participación de padres, madres, maestros, maestras y personal médico para hacer un frente amplio que pueda crear conciencia y brinde consejería oportuna, clara, sobre el derecho a ejercer una sexualidad responsable e informada.
Destacó que México vive la época de las y los adolescentes, ya que de acuerdo con la proyección del Consejo Nacional de Población, para el 2010 el número de personas de entre 15 y 19 años será el más alto de la historia en nuestro país.
Por ello, aseguró Alamilla Padrón, las acciones que se realicen en este momento para contribuir a mejorar las condiciones de las y los adolescentes serán de gran trascendencia.
Una de esas acciones, dijo, tiene que ver con el inicio de su actividad sexual, que de acuerdo a la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica señala que las y los adolescentes mexicanos inician su vida sexual entre los 15 y 16 años.
Esta situación, concluyó, constituye un fenómeno que tiene un impacto social importante; por lo general se acompaña de una pérdida de las oportunidades de mujeres y hombres adolescentes, así como de sus expectativas de vida.
Fuente: INMUJERES
En el marco del Día Nacional para la Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes, la funcionaria federal agregó que esta situación conlleva no sólo a embarazos no planeados, sino al riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH/SIDA.
Cada año, detalló, aproximadamente más de diez mil personas adquieren este virus, de las cuales más del 50 por ciento son jóvenes de entre 15 y 24 años de edad.
Alamilla Padrón enfatizó que las niñas o mujeres adolescentes que tienen un embarazo no planeado se ven forzadas a abandonar la escuela debido al estigma social y escolar, aunado en muchas de las ocasiones al escaso apoyo de sus familias, además de integrarse al mercado laboral a fin de cubrir los gastos que representa el embarazo y, por supuesto, el nacimiento de sus bebés.
Destacó que las implicaciones que conlleva el embarazo para las mujeres adolescentes las coloca en situación de vulnerabilidad, lo cual conduce a plantear la necesidad de analizar, desde la perspectiva de género, cómo esta situación las discrimina, subyuga e incluso violenta.
Por ello, manifestó, las políticas públicas, planes y programas que desarrollen las instituciones públicas o privadas deben incorporar el enfoque de género, herramienta que asegura que las niñas y mujeres adolescentes, mejoren su condición y cuenten con más y mejores oportunidades para alcanzar el desarrollo.
La funcionaria del INMUJERES reconoció que es necesario instrumentar una mayor coordinación entre gobierno, poder legislativo y las organizaciones de la sociedad civil para obtener un impacto eficaz y eficiente con respecto a la salud sexual y reproductiva de las y los jóvenes.
“Necesitamos apostarle a la cultura de la prevención, en la que no solamente gobierno y sociedad civil estemos presentes; debemos tener la habilidad y sensibilidad necesarias para lograr la participación de padres, madres, maestros, maestras y personal médico para hacer un frente amplio que pueda crear conciencia y brinde consejería oportuna, clara, sobre el derecho a ejercer una sexualidad responsable e informada.
Destacó que México vive la época de las y los adolescentes, ya que de acuerdo con la proyección del Consejo Nacional de Población, para el 2010 el número de personas de entre 15 y 19 años será el más alto de la historia en nuestro país.
Por ello, aseguró Alamilla Padrón, las acciones que se realicen en este momento para contribuir a mejorar las condiciones de las y los adolescentes serán de gran trascendencia.
Una de esas acciones, dijo, tiene que ver con el inicio de su actividad sexual, que de acuerdo a la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica señala que las y los adolescentes mexicanos inician su vida sexual entre los 15 y 16 años.
Esta situación, concluyó, constituye un fenómeno que tiene un impacto social importante; por lo general se acompaña de una pérdida de las oportunidades de mujeres y hombres adolescentes, así como de sus expectativas de vida.
Fuente: INMUJERES